sábado, 21 de febrero de 2009

la beca 4

3:43:00 p. m.

(...) Quiero decir, no puedo imaginar que él quisiera que supiese que era él, pero espero que no piense que soy estúpida. - Por qué, ese gran tramposo - murmuró Alice. - Exactamente. - Y él me dijo que no mirase - Sacudió su cabeza con irritación.

Escena seis:
-con Edward la noche después de Italia, en la habitación de Bella-.

- ¿Hay una razón por la que el peligro no te puede resistir más que yo? - El peligro no lo intenta - murmuré. - Por supuesto, suena como si estuvieses buscando el peligro fuera. ¿Qué estabas pensando, Bella? Identifiqué en la cabeza de Charlie el número de veces que has estado en la sala de urgencias recientemente. ¿Mencioné lo furioso que estoy contigo? Su tranquila voz sonaba más dolorida que furiosa. - ¿Por qué? Eso no es asunto tuyo - dije, avergonzada. - En realidad, recuerdo específicamente que prometiste no hacer nada imprudente. Mi refutación fue rápida. - ¿Y no prometiste tú algo sobre no interferir? - Al tiempo que tú estabas cruzando la línea - calificó con cuidado - Mantenía mi parte del trato. - Oh ¿Así que es eso? Tres palabras, Edward: Pacific Northwest Trust. Levantó su cabeza para mirarme; su expresión era toda confusión e inocencia – demasiada inocencia. Era un regalo de muerte. - ¿Se supone que eso tiene que significar algo para mí? - Eso es un insulto - me quejé - ¿Cuán estúpida piensas que soy? - No tengo ni idea de qué estás hablando - dijo, con los ojos abiertos. - Cualquiera - refunfuñé.

Escena siete:
-las conclusiones de este hilo: la misma madrugada, cuando llegaron a la casa de los Cullen para la votación…-

De repente, la luz del porche se encendió, y pude ver a Esme esperando en el umbral. Su ondulado pelo caramelo estaba echado hacia atrás y tenía alguna clase de paleta en la mano. - ¿Está todo el mundo en casa? - pregunté esperanzadamente mientras subíamos las escaleras. - Sí, están - Mientras hablaba, las ventanas fueron abruptamente llenas con luz. Examiné la más cercana para ver quién nos había advertido, pero la cacerola plana de fango grueso y gris en el taburete en frente de ella captó mi vista. Miré la lisa perfección del vidrio, y comprendí qué estaba haciendo Esme en el porche delantero con la paleta. - ¡Oh, dispara Esme! ¡Siento realmente lo de la ventana! Iba a... - No te preocupes por eso - interrumpió con una sonrisa - Alice me contó la historia, y tengo que decir, que no te habría culpado por hacerlo a propósito - Deslumbró a su hijo, el cual me estaba deslumbrando a mí. Levanté una ceja. Él apartó la mirada y murmuró algo impreciso acerca de caballos regalados.







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