viernes, 20 de febrero de 2009

de compras con alice 2.

11:55:00 p. m.



(...) Jasper y Alice estaban hablando; conocedores, estoy segura, de que estaba consciente de nuevo, pero no dieron ninguna señal de ello. Sus veloces y suaves voces, una grave, una aguda, enlazándose musicalmente a mí alrededor. Deduje que estaban discutiendo dónde permanecer.
- Bella - Alice se dirigió a mí casualmente, como si ya fuera parte de la conversación - ¿Cuál es el camino al aeropuerto?
- Sigue por la I-10 - dije automáticamente - pasaremos justo por él.
Pensé por un momento, mi cerebro todavía confuso por el sueño.
- ¿Vamos a volar a algún sitio? - pregunté.
- No, pero es mejor estar cerca, por si acaso - Abrió su teléfono móvil, y por lo visto llamó a información. Hablaba más despacio de lo habitual, preguntando por hoteles cerca del aeropuerto, de acuerdo con una sugerencia, luego esperando mientras era puesta en contacto. Hizo reservas para una semana bajo el nombre de Christian Bower, recitando a toda prisa un número de tarjeta de crédito sin siquiera mirarlo. La escuché repitiendo direcciones por el bien del operador; estoy segura de que ella no necesitaba ayuda con su memoria.
La vista del teléfono me había recordado mis responsabilidades.
- Alice - dije cuando ella acabó - Necesito llamar a mi padre - Mi voz era seria. Ella me pasó el teléfono.
Era a última hora de la tarde; estaba deseando que él estuviera en el trabajo. Pero respondió al primer tono. Me abatí, imaginando su ansiosa cara por el teléfono.
- ¿Papá? - dije vacilante.
- ¡Bella! ¿Dónde estás, cariño? - la fuerte revelación llenó su voz.
- Estoy en la carretera - No era necesario hacerle saber que yo había hecho un recorrido de 3 días durante la noche.
- Bella, tienes que dar la vuelta.
- Necesito ir a casa.
- Cariño, hablemos de esto. No necesitas irte sólo por un chico - Podría decir que él estaba siendo muy cuidadoso.
- Papá, dame una semana. Necesito pensarme las cosas, y luego decidiré si vuelvo. No tiene nada que ver contigo, ¿de acuerdo? - Mi voz tembló levemente - te quiero, papá. Sea lo que sea lo que decida, te veré pronto. Lo prometo.
- De acuerdo, Bella - Su voz era resignada - Llámame cuando llegues a Phoenix.
- Te llamaré desde casa, papá. Adiós.
- Adiós, Bella - Vaciló antes de colgar.
Por lo menos estaba de buenas con Charlie de nuevo, pensé mientras devolvía el teléfono a Alice. Ella me observaba atentamente, quizás esperando por otro bajón emocional. Pero yo sólo estaba muy cansada.
La familiar ciudad voló por mi oscura ventanilla. El tráfico era ligero. Transitamos rápidamente por el centro de la ciudad y luego viramos alrededor de la parte norte de Sky Harbour International, girando al sur en Temple. Sólo en el otro lado del húmedo cauce del Río Salt (Río de la Sal), a una milla o así del aeropuerto, Jasper salió ante la orden de Alice. Ella le dirigió fácilmente a través de las superficiales calles a la entrada del aeropuerto Hilton.
Yo había estado pensado en el Motel 6, pero estaba segura de que ellos se cepillarían cualquier preocupación por el dinero. Aparentaban tener una reserva sin fin.
Entramos en el aparcamiento bajo la sombra de un gran toldo, y dos botones se colocaron rápidamente al lado del impresionante automóvil. Jasper y Alice bajaron del coche, pareciéndose mucho a estrellas del cine con sus oscuras gafas. Yo bajé torpemente, rígida por las largas horas en el coche, sintiéndolo acogedor. Jasper abrió el maletero, y el solícito personal rápidamente colocó nuestras bolsas de la compra en un carrito. Estaban demasiado bien entrenados como para mostrar ninguna mirada sorprendida ante nuestra carencia de un verdadero equipaje.
El coche había estado muy fresco en su oscuro interior; andando por la tarde de Phoenix, hasta en la sombra, era como pegar mi cabeza dentro de un horno de asar. Por primera vez en ese día, me sentí en casa.
Jasper cruzó en un paso con seguridad por el vestíbulo vacío. Alice se mantuvo con cuidado a mi lado, los botones tras nosotros llevando con impaciencia nuestras cosas. Jasper se acercó al escritorio con su aire inconscientemente majestuoso.
- Bower - fue todo lo que dijo a la aparentemente profesional recepcionista. Ella rápidamente procesó la información, con sólo un mínimo vistazo hacia el ídolo de pelo dorado delante de él traicionando su cuidadosa eficiencia.
Fuimos conducidos rápidamente a nuestra gran suite. Sabía que los dos dormitorios eran por mera apariencia. Los botones descargaron eficientemente nuestras bolsas mientras me sentaba cansadamente en el sofá y Alice danzaba a examinar otros espacios. Jasper les dio la mano cuando se iban, y la mirada que intercambiaron en su salida hacia la puerta era más que satisfecha; era complacida. Luego estuvimos solos.
Jasper fue a las ventanas, cerrando los dos niveles de cortinas con seguridad. Alice apareció y dejó caer un menú de servicio de habitaciones en mi regazo.
- Pide algo - aconsejó.
- Estoy bien - dije sin entusiasmo.
Me lanzó una oscura mirada, y recuperó el menú. Quejándose de algo acerca de Edward, levantó el teléfono.
- Alice, de verdad - comencé, pero me miró en silencio. Apoyé mi cabeza en el reposabrazos del sofá y cerré los ojos.
Una llamada en la puerta me despertó. Salté tan rápido que me deslicé por la derecha del sofá al suelo y me golpeé la frente contra la mesa de centro.
-Ouh - dije, aturdida, acariciándome la cabeza.
Escuché a Jasper reírse una vez, y levanté la vista para verle tapándose la boca, intentando ahogar el resto de su diversión. Alice llegó a la puerta, presionando sus labios firmemente, los bordes de su boca estirándose.
Me ruboricé y me eché hacia atrás en el sofá, sosteniendo mi cabeza en mis manos. Era mi comida; el olor de carne roja, queso, ajo y patatas arremolinándose de manera atractiva a mi alrededor. Alice llevó la bandeja tan hábilmente como si hubiera sido camarera durante años, y la colocó en la mesa ante mis rodillas.
- Necesitas proteínas - explicó, levantando la plateada tapa semiesférica para mostrar un gran filete y una decorativa escultura de patata -Edward no estará contento contigo si tu sangre huele anémica cuando él esté aquí - Estaba segura de que estaba bromeando.
Ahora que podía oler la comida estaba hambrienta de nuevo. Comí veloz, sintiendo volver mi energía en cuanto los azúcares llegaron a mi torrente sanguíneo. Alice y Jasper me ignoraban, viendo las noticias y hablando tan rápida y calladamente que no pude entender ni una palabra.
Un segundo golpe sonó en la puerta. Salté sobre mis pies, evitando por poco otro accidente con la medio vacía bandeja en la mesa de centro.
- Bella, necesitas calmarte - dijo Jasper, mientras Alice respondía a la puerta. Un miembro del personal de limpieza le dio una pequeña bolsa con el logotipo del Milton y se fue rápidamente. Alice lo trajo y me lo entregó. Lo abrí para encontrar un cepillo de dientes, pasta de dientes, y todas las demás cosas críticas que me había dejado en mi camioneta. Las lágrimas aparecieron en mis ojos.
- Sois tan amables conmigo…- miré a Alice y luego a Jasper, agobiada.
Había notado que Jasper era normalmente el más cuidadoso en mantener las distancias conmigo, de modo que me sorprendió cuando vino a mi lado y colocó su mano en mi hombro.
- Ahora eres parte del clan - bromeó, sonriendo calurosamente. De repente sentí un pesado agotamiento fluyendo por mi cuerpo; mis párpados eran de alguna manera demasiado pesados para mantenerse abiertos.
- Muy sutil, Jasper - escuché a Alice decir en tono sarcástico. Sus fríos y delgados brazos resbalaron bajo mis rodillas y a mis espaldas. Ella me levantó, pero yo estaba dormida antes de que me depositara en la cama.
Era muy temprano cuando me desperté. Había dormido bien, sin sueños, y estaba más alerta de lo que solía estar al despertar. Estaba oscuro, pero había destellos azulados de luz proviniendo desde debajo de la puerta. Alcancé el lado de la cama, intentando encontrar una lámpara en la mesilla de noche. Una luz apareció sobre mi cabeza, resoplé, y Alice estaba allí, arrodillándose a mi lado en la cama, su mano en la lámpara que fue insensatamente montada sobre la cabecera.
- Lo siento - dijo mientras yo me desplomaba de alivio hacia atrás, sobre la almohada - Jasper tiene razón - continuó - necesitas relajarte.
- Bien, no le digas eso a él - me quejé - Si él intenta relajarme más, entraré en coma.
Se rió tontamente.
- Lo has advertido, ¿eh?
- Si él me golpeara la cabeza con un sartén habría sido menos obvio.
- Necesitabas dormir - Se encogió de hombros, sonriendo todavía.
- Y ahora necesito una ducha, ¡hala! - Me di cuenta de que todavía llevaba el ligero vestido azul, el cual estaba más arrugado de lo que tenía derecho a estar. Mi boca sabía turbia.
- Creo que vas a tener una magulladura en la frente- mencionó mientras me dirigía al baño.
Después de haberme aseado, me sentí mucho mejor. Me puse las prendas que Alice dejó para mí en la cama, una camisa verde militar que parecía estar hecha de seda, y pantalones cortos marrones de lino. Me sentí culpable, ya que mis nuevas cosas eran mucho más agradables que cualquiera de las prendas que había dejado atrás.
Fue agradable hacer algo por fin con mi pelo; los champúes del hotel eran de una marca de buena calidad y mi pelo resplandeció de nuevo. Me tomé mi tiempo en secarlo con perfecta rectitud. Tuve el presentimiento de que no haríamos gran cosa hoy. Una estrecha inspección en el espejo reveló una sombra oscureciendo mi frente. Fabuloso.
Cuando al fin aparecí, la luz brillaba al máximo alrededor de los bordes de las gruesas cortinas. Alice y Jasper estaban sentados en el sofá, mirando fija y pacientemente la televisión, con el sonido casi apagado. Había una nueva bandeja de comida en la mesa.
- Come - dijo Alice, señalándola firmemente.
Me senté obediente en el suelo, y comí sin sentir la comida. No me gustaba la expresión de ninguna de sus caras. Estaban demasiado quietos. No apartaban la vista de la pantalla, ni siquiera cuando echaban anuncios. Empujé la bandeja a un lado, con el estómago repentinamente revuelto. Alice miró hacia abajo ahora, observando con mirada disgustada la bandeja todavía llena.
- ¿Qué es lo que va mal, Alice? - pregunté dócilmente.
- Todo va bien - Me miró con ojos abiertos y sinceros que no me creí ni por un segundo.
- Bien, ¿qué hacemos ahora?
- Esperaremos a que Carlisle llame.
- ¿Y no debería haber llamado ya? - Me pareció que me iba acercando al meollo del asunto. Los ojos de Alice revolotearon desde los míos hacia el teléfono que estaba encima de su bolso; luego volvió a mirarme.
- ¿Qué significa eso? - me temblaba la voz y luché para controlarla - ¿qué quieres decir con que no han llamado?
- Simplemente que no tienen nada que decir - Pero su voz sonaba demasiado monótona y el aire se me hizo más difícil de respirar.
- Bella - dijo Jasper con una voz sospechosamente tranquilizadora - no tienes de qué preocuparte. Aquí estás completamente a salvo.
- ¿Crees que es por eso por lo que estoy preocupada? - pregunté con incredulidad.
- ¿Entonces por que? - Él estaba también confundido. Aunque podía sentir el tono de mis emociones, no podía saber las razones que las motivaban.
- Ya oíste a Laurent - mi voz era sólo un susurro, pero estaba segura de que podía oírme, sin duda - Dijo que James era mortífero. ¿Qué pasa si algo va mal y se separan? Si cualquiera de ellos sufriera algún daño, Carlisle, Emmett… Edward... - Tragué saliva - Si esa mujer brutal le hace daño a Rosalie o Esme... - hablaba cada vez más alto, y en mi voz apareció una nota de histeria - ¿Cómo podré vivir después sabiendo que fue por mi culpa? Ninguno de vosotros debería arriesgarse por mí...
- Bella, Bella, para... - me interrumpió Jasper, sus palabras fluyendo rápidamente - Te preocupas por lo que no debes, Bella. Confía en mí en esto: ninguno de nosotros está en peligro. Ya soportas demasiada presión tal como están las cosas, no hace falta que le añadas todas esas innecesarias preocupaciones. ¡Escúchame! - me ordenó, porque yo había vuelto la mirada a otro lado - Nuestra familia es fuerte. Nuestro único temor es perderte.
- Pero ¿por qué...? - Alice me interrumpió esta vez, tocándome la mejilla con sus dedos fríos.
- Edward lleva solo casi un siglo. Ahora te ha encontrado, y
nuestra familia está completa. ¿Crees que podríamos mirarle a la cara los próximos cien
años si te pierde?
La culpa remitió lentamente cuando me sumergí en sus ojos oscuros. Pero, incluso mientras la calma se extendía sobre mí, sabía que no podía confiar en mis sentimientos con Jasper presente.


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